Existen otras evidencias reconocidas en los sitios prospectados en la comuna, y en el material artefactual presente en la Sala Museográfica Yahuín que nos señalan la presencia de las primeras ocupaciones humanas en Andacollo. Este material se refiere a las puntas de proyectil triangular sin pedúnculo y algunos instrumentos microlíticos. La característica tecno-tipológica que representan las puntas triangulares ha permitido agrupar a las poblaciones que utilizan este tipo de instrumentos líticos como una unidad cultural propia denominada Tradición Interior de Puntas Triangulares (TIPT) que corresponden a grupos con un modo de vida cazador-recolector muy pautado, centrado en los recursos de las quebradas interiores, intermedias entre la costa y la cordillera.[1]
Las poblaciones vinculadas a este tipo de evidencias pueden ser relacionadas con los grupos que habitaron el alero San Pedro Viejo de Pichasca en el curso medio del río Hurtado. Estos grupos de cazadores-recolectores se caracterizan por ocupar abrigos rocosos y cuevas en quebradas interiores, donde aprovechan los recursos faunísticos que se congregan de forma estacional en estos lugares para darles caza. En este sentido estos grupos serían especialistas en la caza de fauna terrestre, especialmente la del guanaco (Lama sp.), donde poseerían una industria tecnológica especializada para llevar a cabo este tipo de actividades.[2]

Puntas triangulares sin pedúnculo recolectadas en Andacollo (Sala Museográfica Yahuín).
Estos grupos poseen dataciones que se remontan al período Arcaico Temprano (ca. 9.920 años antes del presente), pero por sus características eficaces de subsistencia se habrían mantenido por un largo período de tiempo hasta el período Arcaico Tardío.[3]
Hacia el año 4.000 antes del presente las incursiones iniciadas en el Arcaico Temprano de grupos de cazadores-recolectores desde el poniente, cobran relevancia en las quebradas de Andacollo y se hacen más permanentes, aprovechando de manera más intensa los recursos del área. Durante el Arcaico Tardío, la producción de artefactos líticos aumenta, expresada en la creación de una mayor diversidad de puntas de proyectil, destacando las de tipo triangular sin pedúnculo, e instrumentos de variado tipo. Las piedras más utilizadas son andesitas y sílices y en menor grado los cristales de cuarzo. Todo lo anterior va de la mano con una explotación intensiva de animales, tales como camélidos (guanacos), roedores, aves y la recolección de frutos y granos provenientes de la flora circundante.
En este momento, los seres humanos empiezan a ocupar en forma diferenciada el espacio geográfico: por un lado definen espacios de trabajo, en los cuales efectúan tareas específicas de talla de piedras para crear sus herramientas (talleres líticos) y por otro lado asentamientos residenciales “semi permanentes”, donde desarrollan el procesamiento de las presas de caza (tratamiento de pieles y preparación de las carnes) y, en general, actividades más prolongadas en el tiempo. Su permanencia en estos sitios, que si bien se limitaba en general a ciertas temporadas, también se prestaba para el enterramiento de algunos miembros del grupo, situación que les permitía seguir conviviendo con sus deudos en el mismo lugar.
Referencias
- ↑ «Méndez, C. y D. Jackson. 2008. La ocupación prehispánica de Combarbalá (Norte semiárido, Chile): una propuesta sintética. Chungara 40(2): 107-119.».
- ↑ «Alé, A. 2014. Una formación económico social de cazadores-recolectores en el norte semiárido de Chile: Una reevaluación del sitio San Pedro Viejo de Pichasca. La Zaranda de Ideas 11: 133-154.».
- ↑ «Ampuero, G. y M. Rivera. 1971. Secuencia arqueológica del alero rocoso de San Pedro Viejo-Pichasca (Ovalle, Chile). Boletín del Museo Arqueológico de La Serena 14: 45-69.».